Dentro de la noche abierta
y el aire azul del verano
qué bueno el echarse a andar
con el corazón callado.
Apenas se mueve el aire
como de un ir palpitando
Tibieza al rozar la cara
y los brazos.
Y una luz honda y azul
moja los labios cansados.
Se dobla el agua del mar
en un sordo rumor blando.
Se sumerge la mirada
en el cielo puro y alto
Y se bebe como un vino
el verano.
Circe Maia - Uruguay, 1932