...Las palabras también, lentas, lentas, el sujeto muere antes de llegar al verbo, las palabras también se detienen. ¿Mejor así, pues, que en los tiempos de la locuacidad? Eso es, eso es, el lado bueno. Y la ausencia de los otros, ¿nada significa? Bah, los otros, los otros no existen, eso jamás ha molestado a nadie. Además aquí deben de haber, otros otros, invisibles, mudos, no importa. Sin embargo, nos escondíamos de ellos, pasábamos rozando sus muros, es verdad, aquí falta esto, los derivativos faltan, aquí está lo malo, bah, eso se decía allá arriba, sinapismo viviente. Mientras las palabras salgan nada cambiará, ahí están las viejas palabras sueltas aún. Hablar, no hay más, hablar, vaciarse, aquí como siempre, no hay más. Pero las palabras se agotan, es verdad, esto cambia todo, salen mal, malo, malo. O es el temor de llegar a las últimas palabras, de saldar las cuentas, antes del fin, no, porque ese sería el fin, a fin de cuentas, no es seguro. (...) Allá arriba quizás sea verano, quizá sea domingo, un domingo de verano.
fragmento de Textos para nada II
en Relatos
de Samuel Beckett
Irlanda 1906-1989
No hay comentarios:
Publicar un comentario