"Poder sentarse frente a la pequeña chimenea de leña con las manos cruzadas en el regazo y los ojos cerrados; imaginar que vuelves a ver sobre los párpados toda la belleza danzante del día... cuando respirar es tal placer que da casi miedo hacerlo; como si una mariposa moviera las alas sobre tu pecho. Saborear aún la cálida luz del sol que se derrite en la boca, poder oler el aroma blanco y de cera esparcido sobre los campos de junquillo y el salvaje y fuerte del romero que crece en pequeños manojos entre las rocas rojas junto a la orilla del mar... Está saliendo la luna pero el día, reacio a concluir, se prolonga en el mar y en el cielo. El mar está salpicado del rosa de las cerezas poco maduras y en el cielo se ve una luz amarilla volando como las alas del canario... Las hojas verdes y rígidas que brotan de sus copas parecen cortar el aire del atardecer, y entre ellas, los eucaliptos azules, altos y esbeltos, con hojas en forma de hoz y ramas colgando, mitad azul, mitad violeta...Estoy cansada, felizmente cansada. ¿Crees que las margaritas se sienten felizmente cansadas cuando se cierran por la noche y el rocío desciende sobre ellas?"
Katherine Mansfield
Nueva Zelanda 1888 - Francia 1923
fragmento de Diario
Ed. Lumen, Barcelona, abril 2008
Yo le respnderia "Las margaritas se sienten extasiadas, embriagadas por el néctar del bendito rocío"...imagino que tomar unos vinos y filosofar con Katherine, masticando unos quesos en un campo sembrado de trigo hubiera sido una experiencia más que deleitable.
ResponderEliminarme agrada tu respuesta, Antonio...imaginas muy bien, una sabrosa combinación para el paladar, faltaron el sol de la tarde y una brisa suave para terminar la imagen.
ResponderEliminarsaludo! y gracias por pasar